Castilla-La Mancha: 34 años de pasado, presente y futuro

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1983.- Mesa de las Cortes de Castilla-La Mancha. De izquierda a derecha: el Vicepresidente 2.°, Gumersindo Navarro; el Secretario 2.°, Ángel Fernández; el Presidente de las Cortes, Francisco Javier de lrízar; el Secretario 1.0, Mario Mansilla; el Vicepresidente 1.0, Javier Paulina, y el Letrado Mayor, Manuel Antonio Mirón.Inés Fernández · En este año 2016 se cumplen 34 años desde que las Cortes de Castilla-La Mancha aprobasen el primer Decreto de Autonomía de esta región, mediante el cual la comunidad autónoma podía acceder al autogobierno. Tenía competencia legislativa, competencias ejecutivas y facultad para administrarse mediante sus propios representantes. Fue un 10 de agosto de 1982, en desarrollo del modelo establecido en la constitución de 1978.

Un año antes, en 1981, se había comenzado a redactar el primer borrador de estatuto y, aunque ahora nuestra región tiene y es una entidad consolidada, no fueron pocas las decisiones que hubo que adoptar para que Castilla-La Mancha quedase constituida con sus 5 provincias actuales, siendo Toledo la capital de la misma. Cabe recordar que a finales de los años 70, una vez fallecido el gran defensor del centralismo que fue Francisco Franco, ningún puente unía a las provincias de Albacete, Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara y Toledo. 79.409 kilómetros cuadrados ubicados en el centro de la península ibérica.
En el año 1976 la ordenación del territorio y la posible unión de las entonces 4 provincias manchegas, ocupaba páginas en los diarios de la época, aunque reclamaba poca atención en el ámbito doméstico.
Precisamente fue en la provincia de Ciudad Real donde primero y más insistentemente empezó a plantearse la necesidad de sentar las bases de un proyecto regional manchego. Lo hizo, por ejemplo, Fernando de Juan y Díaz López – Díaz, presidente de la diputación de Ciudad Real en 1976 en el programa “España a las 8:00” de Radio Nacional, mostrándose partidario de “la unión de las 4 provincias para lograr la óptima administración de nuestros recursos al haber quedado estrecho el marco administrativo y económico de la provincia”.
Se hablaba de la necesidad de sumarse a las tendencias regionalistas que ya empezaban a consolidarse, o lo habían hecho, en todo el territorio nacional para salir del subdesarrollo y la marginación.
En Mota del Cuervo, en el mesón Don Quijote, tuvo lugar ese mismo año la primera reunión de los presidentes de las diputaciones de Albacete, Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara y Toledo, con la asistencia de un buen número de procuradores en Cortes de las citadas provincias, para debatir sobre la posible creación de la comunidad autónoma.
Sorprendió a muchos que asistiese representación de la provincia alcarreña, y el presidente de su diputación, Francisco López de Lucas, dijo hacerlo como “mero observador”. También se hizo escasa para otros la representación de Albacete, que algunos veían de la mano de Murcia. Y se echó en falta la presencia del presidente de la diputación de Madrid, que aunque estuvo invitado justificó su no asistencia porque ese mismo día tomaba posesión el nuevo alcalde de la ciudad de Madrid.
El diario conquense El Banzo, se refería a la situación planteada en esta reunión con un explicativo titular: “Tras pilares, Ciudad Real, Cuenca y Toledo. Albacete deshojando la margarita entre La Mancha  y el Sureste. Guadalajara a la expectativa y al fondo Madrid”.
Y si fue intenso el debate respecto a la dimensión territorial del proyecto, no lo fue menos lo referente al nombre que debía llevar la criatura. En la declaración institucional firmada en esa primera reunión de Mota del Cuervo no se incluyó ningún nombre. Se hacían referencias a “nuestras provincias” u “otras regiones” pero no había una denominación específica ya que, a pesar de hablar inicialmente de provincias manchegas, la inclusión de Guadalajara hacía necesario encontrar una nomenclatura más aproximada a la realidad, y que pudiese ser aceptada por todos. “Las provincias manchegas más Guadalajara”, “Región de Centro”, “Castilla la Nueva”, eran algunas de las nomenclaturas que utilizaban los rotativos de la época.
Concluyó aquella primera cita sin nombre para el proyecto de región, pero sí con el compromiso de seguir trabajando para definir los detalles del proyecto. Se constituyó un grupo de trabajo y una comisión permanente, formada por los presidentes de las 5 diputaciones, que nunca adoptó decisión alguna ni mucho menos llegó a demandar el reconocimiento de una comunidad autónoma.
Varios meses después, en ese mismo 1976, el ministerio de la presidencia publicó la orden por la que se creó la comisión gestora para el desarrollo socioeconómico de la Región Centro, formada por Madrid, Toledo, Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara, Ávila y Segovia, un ámbito, se reconocía, con poco arraigo, pero con las capacidades necesarias para alcanzar un desarrollo autosostenible. Poco o ningún trayecto tuvo este intento y de entre las pocas menciones que se hicieron al respecto puede citarse lo escrito por Manuel Valenzuela Rubio: “La descongestión industrial de Madrid, ¿Un paso hacia la Región centro?”.
En definitiva, lo que con esta orden pretendía conseguir el gobierno de Adolfo Suárez no era reconocer una identidad regional, sino descongestionar Madrid y equiparar su ritmo de crecimiento al de otras regiones.
Estas dos iniciativas, la reunión de Mota del Cuervo y la orden ministerial, fueron dos de los principales intentos acometidos entre finales de los 70 y principios de los 80 para crear la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha. Finalmente, en noviembre de 1980 las cinco diputaciones provinciales adoptaron acuerdos favorables para iniciar el proceso autonómico y consultar a los ayuntamientos. De los 915 municipios con que contaba la Comunidad, cerca del 85 % se mostró a favor.
Una asamblea mixta de parlamentarios y diputados dio forma al primer estatuto de Autonomía de Castilla-La Mancha, que fue aprobado por las Cortes regionales en agosto de 1982.
En esos años, entre 1978 y 1982 hubo dos presidentes pre – autonómicos, Antonio Fernández Galiano Fernández y Gonzalo Payo Subiza, al que sucedió hasta las primeras elecciones autonómicas Jesús Fuentes Lázaro, que dejó el cargo tras las primeras elecciones autonómicas, en 1983, en las que obtuvieron representación en la cámara el Partido Socialista Obrero Español y Alianza Popular, siendo nombrado presidente el socialista José Bono Martínez que, el 6 de junio de ese mismo año pronunció ante la cámara su primer discurso de investidura.
Siguió haciéndolo cada 4 años hasta que tomó el relevo en 2004 el también socialista José María Barreda, posteriormente, como ya es conocido Mª Dolores de Cospedal y, tras cuatro años de gobierno del PP el PSOE recuperó el gobierno con Emiliano García Page al frente.

Castilla-La Mancha, un proyecto consolidado
La comunidad autónoma era ya una entidad reconocida a principios de los años 80, a la que algunos tildaban de invento. Quedaba un largo camino por recorrer para dotarla de identidad y equipararla a otras regiones españolas en todos los ámbitos: cultural, social, sanitario, educativo… Muestra de ello daba una encuesta encargada en 1983 a la empresa EcoConsulting que concluyó que de cada 100 castellanomanchegos 77 no sabían el nombre de su comunidad autónoma o el número de provincias que la constituían.
1.648.633 personas componían en 1980 la población de Castilla-La Mancha, frente a los 2.078.611 actuales, es una de las regiones españolas que más ha crecido demográficamente en las últimas dos décadas. 919 municipios repartidos en un terreno muy extenso. Algunas zonas tienen una densidad geográfica similar a la de la Antártida, más de la mitad de las localidades tienen menos de 500 habitantes y solo 39 superan los 10.000.
La gran mayoría de los municipios carecían en esos inicios de servicios públicos. No existía ninguna cohesión territorial ni raíces autonómicas a las que agarrarse, y había que crearlo todo prácticamente desde cero. Así, la dotación de servicios básicos era no solo una cuestión de progreso y justicia social sino además, una forma de crear lazos de unión.
Lazos que se traducían en pequeños y grandes proyectos, como las Universidades Populares que enseñaron a leer o escribir a muchos de los mayores de esta región, o la Universidad de Castilla-La Mancha en la que han obtenido su título muchos jóvenes que hoy tienen día libre para festejar su región. Pequeños, como los primeros caminos rurales que unían las poblaciones o provincias y grandes como los más de 2.700 kilómetros de autopistas y autovías que hoy transcurren por la región. Insignificantes, como una parra o un oveja y competitivos y fuertes como una Denominación de Origen.
Según se desprende del Primer Programa Económico Regional de Castilla-La Mancha para 1982 elaborado por el gobierno de Gonzalo Payo, el 24% de los hogares de Castilla-La Mancha no tenía agua corriente y el 41% no tenía retrete en su casa.
Además las tasas de analfabetismo, de hombres y sobre todo mujeres que no sabían leer ni escribir, o no entendían lo que leían, era alta y superior a la media nacional. Según datos del Instituto Nacional de Estadística la tasa de analfabetismo o personas sin estudios era en España en 1991 de 20,32% frente al 31,74% de Castilla-La Mancha. Años después, en 2.008 era de 13,25% en España y en la región de 22.24. Así, mientras que en el contexto nacional la reducción fue de poco más de 7 puntos, en la región fue de 9,5.
El cambio experimentado es más que evidente y una muestra de ello es la transformación en las áreas de educación, porque la educación es base de la libertad y hoja de ruta para diseñar el futuro, individual y conjunto, o la sanidad, porque la salud, o la falta de ella, iguala a todos los seres humanos.

Educación
El 1 de enero del año 2.000 Castilla-La Mancha asumió las competencias en materia de educación. Se transfirieron desde el gobierno central alrededor de 1.000 centros docentes en los que trabajaban 22.000 profesores y estudiaban 318.000 alumnos. Diez años después el número de centros educativos no universitarios era de 1531.
Ese mismo año se implantó el programa de gratuidad de los libros de texto, que en el curso 2.003 – 2.004 se extendió a todos los escolares de enseñanza primaria y secundaria, se realizaron obras en más de 400 centros educativos, en 2.003 había además 48 nuevos centros, se mejoró el transporte escolar, se contrataron 800 profesores, 3.000 más eran en 2.003, se llevó Internet a todos los centros, se hablaba de la creación de 2.400 puestos de Internet, que hoy suena a risa, pero no en el inicio del siglo XXI y en una actualidad donde la ausencia de acceso a las redes de comunicación es la excepción, y no al contrario.
Se abrieron centros de Educación Primaria en todas las localidades en las que había al menos 4 niños, de 760 rutas de transporte escolar se pasó a 970 en el año 2.000, con trayectos de una duración nunca superior a los 30 minutos.
En definitiva, en 10 años no se transformó un sistema de acceso a la educación, más bien se creó partiendo del principio de que fuese un servicio accesible para toda la ciudadanía, los más jóvenes y otros más mayores que en otro momento de la historia ni siquiera le dieron la importancia real que hoy sabemos que tiene.
Se creó la Universidad de Castilla-La Mancha, que ya había existido en siglos pasados, la de Almagro hasta 1787, la de Sigüenza hasta 1837 y la de Toledo hasta 1845. La actual se abrió en 1985, tiene apenas 35 años y cuenta con campus en todas las provincias, además de los centros de Talavera de la Reina y Almadén, 41 facultades y escuelas, 42 grados y 24 másteres, cerca de 30.000 alumnos, más de 2.300 profesores, variedad de disciplinas y masters y, en definitiva un entramado de acceso a la formación de calidad que permite, o al menos lo hizo mientras existieron posibilidades de desarrollo profesional en nuestra región, que los jóvenes puedan formarse en su tierra y reviertan aquí sus años de estudios y esfuerzos. Hoy hablamos del programa de retorno de talentos porque, lamentablemente durante los últimos años muchos jóvenes han tenido que emigrar a otros países para buscar un modo de ganarse la vida acorde a sus expectativas y capacidades o, simplemente, viable. No hacen turismo, buscan un futuro.

Sanidad
Y si el salto en materia educativo ha sido espectacular, no lo es menos en lo que a la atención hospitalaria se refiere. Desde que se asumiesen las competencias en materia sanitaria en enero del año 2.002, aunque el Servicio de Salud de Castilla-la Mancha, el Sescam, había sido creado por ley de 30 de noviembre de 2.002 para gestionar el traspaso, el impulso tanto a la atención sanitaria como a la investigación en ciencias de la salud ha sido más que notable.
Se transfirieron 185 centros de salud, 15 hospitales, 4.000 camas, los  servicios de urgencias, equipamientos o ambulancias y algo más de 16.000 profesionales sanitarios. En el año 2.001 se prestaban alrededor de 100.000 atenciones diarias en toda la red sanitaria: 260 operaciones diarias 1.780 urgencias hospitalarias y 4.000 extra hospitalarias, 38.000 consultas de medicina general, 22.000 de enfermería 7.150 de especialistas y la prescripción de unas 35.000 recetas cada día. La dotación económica para hacer frente al servicio fue buena, calificada entonces de histórica que permitió que para el año 2.002 el presupuesto del Servicio de Salud ascendiese a cerca de 1.400 euros.
Se transfirieron también largas listas de espera, viajes a otras comunidades autónomas limítrofes para obtener diagnósticos o recibir tratamientos, un 14% de pacientes que tenían que ingresar en otras regiones, frente a una media nacional que era del 3% y algo intangible, un deseo o una meta, conseguir que la atención sanitaria a la que se puede acceder hoy en la región sea, al menos, de igual capacidad y calidad que la que se preste en cualquier otro punto del Sistema Nacional de Salud que integran todas las comunidades autónomas.
Fue una de las regiones que más tardó en recibir estas competencias y arrastraba un pasado que, por no describir, podemos imaginar con un dato, se invertían 7.000 pesetas menos por habitante y año que en el conjunto del territorio nacional.
Nada que ver aquella realidad con el servicio sanitario con el que actualmente contamos en nuestra región, que está a la par de los mejores del país y del conjunto de la unión europea.
En los primeros años se construyeron 4 nuevos hospitales, actualmente está en obras, un quinto, el de Toledo, y se esta trabajando en el plan funcional de un sexto, el de Puertollano, con lo que el número tal de hospitales públicos sería de 17.  Se construyeron además 4 Centros de Especiales Diagnósticas y Tratamientos, 40 centros de atención primaria y consultorios locales, se han instalado equipos de resonancia nuclear magnética y equipos avanzados de oncología radioterápica y quimioterapia, se puso en marcha el proyecto “Fierabrás” de mejora de la prescripción farmacológica y atención farmacéutica, se mejoraron los equipos técnicos de diagnóstico.
El número de profesionales del sistema sanitario, a pesar de la merma experimentada en la pasada legislatura, que el sindicato CCOO ha cifrado en 3750 puestos de trabajo, se incrementó de forma notable y se creó un servicio de transporte sanitario aéreo, los helicópteros medicalizados, para garantizar que el acceso a la asistencia sanitaria de urgencias no quedaba condicionado por el lugar de la región en el que cada uno residiese.
En definitiva, y como decíamos antes, se construyó partiendo casi de cero un sistema sanitario a la altura de los mejores.

Retos del futuro inmediato
La evolución someramente descrita en los ámbitos de la educación o la sanidad son ejemplos del cambio experimentado y de cómo una región que aun no ha cumplido los 35 años se dotó de identidad y espacio propio en el panorama nacional. El proyecto se ancló en el objetivo de igualar a toda la ciudadanía y equipararla en cuanto a derechos y oportunidades a la media nacional y se hizo no intentando llegar al estándar por abajo, sino por arriba para, en el peor de los casos intentar ser al menos igual y  con las mismas oportunidades.
La región ha cumplido los 34 años con un equipaje, algo mermado en los años de crisis, que le permite avanzar con confianza y paso seguro. Sin embargo las dificultades son importantes, numerosas y han ido aumentando en los últimos 5 años.
Según la última Encuesta de Condiciones de Vida hecha pública por el Instituto Nacional de Estadística el día 24 de mayo del presente año, el 22,1% de la población española está en riesgo de pobreza, un 28,5% en el caso de Castilla-La Mancha. El ingreso medio anual de los españoles fue de 10.419 euros, que se quedan en 8.498 en el caso de los castellanomanchegos. Un 16,4% de los ciudadanos de la región tiene mucha dificultad para llegar a fin de mes, frente al 13,7% de media nacional. Un 11% (9,4% en España) tiene retrasos en los pagos relacionados con la vivienda principal. Un 39,6% (39,4 de media nacional) no tiene capacidad para afrontar gastos imprevistos y un 43,1%, 40,6% de media estatal) no puede permitirse irse de vacaciones fuera de su casa al menos una semana al año.
Ante este panorama el primer reto al que se enfrenta la sociedad, y especialmente la sociedad castellano-manchega, es combatir la pobreza y al mismo tiempo la desigualdad. Que nadie se quede en el camino porque solo un progreso conjunto es un proceso real, lo contrario es acrecentar diferencias y surcos que dividen.
El primer enemigo son las altas tasas de desempleo que se registran. La tasa de paro en España en el primer trimestre del presente año 2.016 es del 21%, lo que supone un descenso de 2,78 puntos respecto al mismo dato del año anterior.  En C-LM la tasa es del 25,5% de desempleados en el primer trimestre del año, lo que supone un descenso algo mayor que la media nacional, un 3,24% menos. La ocupación se ha incrementado respecto al año anterior en un 3,71% y un 3,29% en Castilla-La Mancha y en España respectivamente.
Los datos hablan por si solos, el primero de los problemas a afrontar es el rescate social a todas las familias y personas que se han alejado de unos niveles mínimos de condiciones de vida, como consecuencia de los problemas derivados de la crisis económica.
Para ello, y aquí el segundo, y no menos importante, reto a afrontar, es el desempleo, que lastra el desarrollo y las condiciones de bienestar de las personas. La creación de empleo es la prioridad para todas las administraciones, y así lo han puesto de manifiesto y trabajan para combatirlo. Pero lo hacen en un contexto incierto a todos los niveles donde la luz de salida del túnel todavía no se ve.
Se une a esta situación objetiva de dificultad el desencanto que reina entre gran parte de las personas, su perdida de expectativas, de confianza e incluso de ilusión, lo hacen necesario buscar un punto de impulso para retomar la senda de ascenso que nos hacía asumir como algo natural que nuestras condiciones de vida fueran mejores que las de nuestros progenitores, y que las de nuestros hijos iban a ser aun más favorables.
Pero analizando la historia reciente, como se ha hecho en el inicio de esta reflexión respecto a los últimos 40 años, no diremos aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor, porque no sería realista. Los inicios fueron mucho más complicados que la tesitura actual y además la fortaleza ahora es mayor. Por lo que en el Día de Castilla-La Mancha hay motivos para la preocupación, pero también para el aliento.

1 Comentario hasta el momento. Siéntete libre de unirte a la conversación.

  1. Juan 6 de junio de 2016 at 09:40 -

    Excelente artículo.