Las murgas de La Solana envuelven en polémica el certamen tras negarse a concursar

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Oretania de Cultura

Aurelio Maroto · El XXXVII Concurso Regional de Murgas y Chirigotas pasará a la historia por dos razones fundamentales. Una, por ser el primero que se celebraba bajo el techo de la nueva carpa de la plaza. Y dos, porque las 5 peñas participantes decidieron cantar, pero fuera de concurso. Fue su manera de protestar ante la falta de premios en metálico, según explicaron. El plante al jurado convirtió el anunciado certamen en un mero festival.

Las peñas no tomaron una decisión definitiva hasta última hora. Unas tenían claro boicotear el concurso. Otras no tanto. Había división de opiniones y reinó cierta confusión hasta minutos antes. Nos consta que hubo discusiones entre los propios peñistas. Entre tanto, la organización intentaba descifrar qué estaba pasando, ya que las 5 murgas se habían inscrito con todas las de la ley, lo cual significaba que habían aceptado las bases, y ninguna había renunciado con la suficiente antelación.

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Tras varios minutos de espera, y con la carpa empaquetada de gente, por fin subió al escenario la primera murga según sorteo: ‘Las palomas voladoras’. Un portavoz anunció que actuarían fuera de concurso. Lo mismo fue diciendo el resto de murgas antes de interpretar sus repertorios. Excepto casos aislados, el grueso del público no se pronunció, ni a favor ni en contra. Estaba allí para escuchar sus coplas y eso era lo que realmente le importaba.

‘Las palomas voladoras’ dieron el pistoletazo de salida con una parodia titulada ‘La boda’. Le siguió ‘Los currantes’ con ‘El que pesca no entiende’. En tercer lugar actuaron ‘Los macarras’ con un montaje titulado ‘Más perros que un charco’. Los cuartos en cantar fueron ‘Los futuros camareros’ con ‘Geriátricos de La Solana’. Y cerró la murga ‘No trasnoches’ con ‘Ocho apellidos solaneros, la independencia’.

En lo puramente artístico, el nivel general de las murgas fue bastante alto, con trabajadas coreografías y coplas cargadas de ingenio… y de crítica social. Hubo alusiones al momento político actual en España, al problema del independentismo o al brote de legionela, entre otros temas. Pero también a la actualidad de La Solana. El alcalde y el concejal de Festejos, situados como espectadores en las primeras filas, asistieron impertérritos al pequeño azote satírico tan típico, y tan saludable, de las coplas carnavaleras. Siempre que se haga desde el respeto, como así fue. En algunas de esas coplillas se incluían las quejas origen de la polémica. Sin embargo, lo que más jaleó el público no fue eso, sino las quejas de los murguistas por la prohibición de hacer fogatas en la romería del Castillo.

Al término de las actuaciones, el jurado subió al Ayuntamiento junto al concejal de Festejos, Luis Romero. Decidieron, en buena lógica, no puntuar ni redactar ningún acta de concurso, declarando desiertos los premios previstos. Por cierto, el concejal no quiso valorar lo sucedido a pesar de la insistencia de los medios locales. Prefirió dejarlo para el Miércoles de Ceniza, siguiendo la costumbre de cada año de hacer balance al término del carnaval.

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