Artículo de Natividad Cepeda: “Emancipación de mujer siglo XXI”

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Artículo de Natividad Cepeda: “Emancipación de mujer siglo XXI”Natividad Cepeda · El despertador suena 6 de la mañana. Se levanta y se va a la cocina, prepara café, zumo de naranja, yogur con miel y rápidamente, la ducha, cepillado de pelo, maquillaje, rímel, labios perfilados y barra de color inalterable. Preparado el pantalón, camisa, jersey azul, zapatos de tacón bajo y recogido el pelo en belleza simétrica con ayuda de una pinza de bisutería. Se escucha una puerta que se abre y la voz luminosa de unos niños la saludan. Alrededor de la mesa se sientan y desayunan, luego salen todos juntos camino del colegio. Despedidas. Ya en la calle la invitan a tomar un café unos conocidos, no, no, no tengo tiempo, dice apresurada. Llega al trabajo y se sumerge en un mundo diferente. De vuelta en casa prepara la comida, selecciona libros y cuadernos, coloca los juguetes, suena el teléfono, sí, sí, de acuerdo cuando salgan los niños del colegio, no hay problema. Se quita los zapatos, sus pies vuelan dentro de las zapatillas. Pone la lavadora, revisa los recibos llegados por correo. Pide cita al Centro de Salud. Llama al fontanero. Suena el teléfono: no te preocupes todo bajo control, iré con los niños a ver las marionetas, no, haremos tarde. El reloj avisa que hay que recoger a los niños a la salida del colegio. Dicen que está guapísima, los niños la miran divertidos y ella sonríe. Debajo de su sonrisa nadie advierte un cansancio espeso, aprieta las manos de sus hijos entre las suyas y camina con aire decidido. Al verla pasar nadie duda de que es una mujer emancipada ejerciendo su libertad de trabajar fuera de casa; también dentro. Ah, pero ese trabajo de casa no está considerado trabajo… Libertad conseguida de la mujer en el siglo XXI: ¿Libertad? Lo pongo en duda.

Canela y miel jamás escrita de las mujeres que luchan por ser algo más que mujeres sin rostro ni nombre en los oficios. Mujeres tantas veces solas y olvidadas sin salir de sus labios queja alguna.

Para todas las mujeres que reivindicaron derechos de igualdad en el pasado y siguen haciéndolo hoy también; por las mujeres que en España cobran menos sueldo que los hombres, por las mujeres de los países donde no son consideradas igual a los hombres y por las que, las leyes cívicas, religiosas y patriarcales hundieron y hunden, en el silencio anónimo de no existir en igualdad de condiciones durante toda su vida: para todas ellas este poema escrito en marzo para millones de mujeres

Mujer, los nombres, todos ellos se expanden frente al cielo.

Se llenan de tus sueños borrando el desencanto.

Ven, contempla tu belleza cuando la tarde marcha

a dormir con el sol detrás de las montañas.

Ven, mujer, dame a comer manzanas,

no temas, ni tú, ni ellas sois culpables…

Los nombre de todas las mujeres que son menospreciadas,

ignoradas, vejadas tiñen el horizonte de color cada día.

Y no pidas permiso para plantar manzanas,

no mendigues perdones, no grites, no llores;

sigue plantado árboles y levanta la frente al cielo de la tarde

porque sin tus raíces, mujer, la vida no tendría horizontes.

Y cuando algún iluso ilustrado te diga que así está escrito,

dile, que no todo lo escrito es verdad absoluta.

A veces hay que dudar de leyes, de cuentos y leyendas

para cambiar la Historia. Y cuando caigas, levántate

y prosigue, mujer, eres como el crepúsculo tiñendo

de penumbra los ribazos, hoguera que recibe a la noche

viajando hacia el poniente. Sin esa magia última

del crepúsculo, ni las tardes ni tú, tendrían belleza.