Aurelio Maroto · El festival de saetas de Semana Santa (no certamen, como erróneamente suele aparecer en los carteles) se ha convertido en una velada flamenca más que en un recital saetero. Se cantan saetas, sí, pero la mayor parte del espectáculo es un mosaico de palos del cante y del baile flamenco. Y está bien que así sea, porque lo hace más variado y ameno para la mayor parte de los aficionados, unos doscientos en esta ocasión.
Esta vez le tocó el turno a la Compañía Flamenca de María y Noelia, dos chicas de San Carlos del Valle que están girando con un montaje que mezcla de todo un poco. Un amplio cuadro de artistas se sube al escenario para las interpretaciones, que funden voz, danza española y guitarra.
Marta ‘La Niña’ y Aroha Palomo fueron las dos cantaoras en escena, que irrumpieron desde el patio de butacas cantando ‘a capela’ una saeta con alusiones a la Virgen de Peñarroya. Después, comenzó la función sobre las tablas del Tomás Barrera. El público se divirtió con la variedad del espectáculo y con el carrusel de martinetes, martinetes, saetas libres, y por supuesto fandangos, que tanto gustan en La Solana.
