Puertollano · Cuatro años han sido necesarios para que Jorge Juan Trujillo ordenara el puzzle de la historia de la desaparecida aldea de San Quintín, entre Tirteafuera y Cabezarados y que ha recogido en un libro editado por la Biblioteca de Autores Manchegos, en el que también hace un recorrido entre 1919 y 1975 por el Hospital Minero de la calle Conde Valmaseda.
Trujillo estuvo arropado en la presentación en el Museo por la concejal de igualdad, Gloria Mohedano, que reivindicó sus raíces mineras y las de Puertollano, y por el historiador Luis Pizarro, que subrayó el trabajo desarrollado por el autor por bibliotecas y archivos de distintos puntos del país para hacer realidad esta publicación.
Un autor más de Puertollano en la BAM
Por su parte el diputado provincial de cultura, Dionisio Vicente González, puso en valor los autores de Puertollano que han pasado desde el inicio de la andadura de la Biblioteca de Autores Manchegos, como José González Ortiz, Carmen Cañizares, Miguel Fernando Gómez Vozmediano, José Domingo Delgado, Luis García Pérez, Manuel Juliá, entre otros.
Un emporio minero entre ruinas
La explotación del emporio minero de San Quintín se inició a finales del siglo XIX de la mano de la Sociedad Metalúrgica de Peñarroya y del que hoy en día tan solo quedan unas ruinas en pie, que crea la curiosidad y melancolía de cuantos acuden a este espacio, en especial cada puesta de sol, como dijo el autor.
Trujillo indicó que hasta el momento no se había dedicado ningún trabajo de forma monográfica a construir la historia de esta explotación minera, así como del núcleo urbano que creció alrededor con economato, casinos e iglesia.
Hace especial hincapié en la atención médica de sus trabajadores, sobre todo el tratamiento de la anquilostomiasis, la salud de la población minera, los riesgos y las medidas preventivas que se adoptaron.
Un hospital para los mineros de Puertollano
Un volumen que se completa con un análisis del hospital minero que la Sociedad de Peñarroya construyó en la actual calle Conde Valmaseda y que más tarde se convirtió en la residencia de mayores de las Hermanas de la Cruz. Un hospital en el que tuvo gran implicación médicos, como Pedro Pérez, y que desgrana su cuadro sanitario, la estructura de las instalaciones y hasta nombres y recuerdos de su personal, junto a un curioso material fotográfico que complementan a la obra.
