Oretania.es – Almodóvar del Campo (Ciudad Real) · Roberto es un norteamericano de 22 años que, a pesar de su juventud, aparenta incluso menos. Días atrás visitaba por segunda vez la que considera cuna de sus orígenes españoles porque su abuela siempre le ha dicho que es de Almodóvar del Campo. Pero poco más. Su madre nació ya allí, de padre estadounidense. Así, con ese espíritu quijotesco que caracteriza a quienes luchan contra molinos para hacer lo que verdaderamente les pide el corazón, ha regresado para indagar en archivos civiles y parroquiales que pudieran ‘desfacer’ el entuerto que entraña un árbol genealógico enraizado, en parte, en este lugar de La Mancha que sigue vivo en la memoria de María Asunción.
Es el nombre de su abuela. María Asunción del Olmo Martínez. Con seis años, seguramente sin ser consciente del contexto de la época, dejaba atrás la dura España de posguerra, caracterizada por la escasez y las represalias. La ausencia de datos tampoco permite juzgar si lo anterior fue factor para que toda la familia abandonara el país, pero ilustra un momento que no debió ser muy cómodo para tantas personas que sobrevivieron a la contienda y, particularmente, en el ámbito rural en aquellos momentos.
Roberto Rosales Villalpando vive en Riverside, California, en la costa Oeste de Estados Unidos y estudia en la Universidad de Pomona, en dicho estado. Habla correctamente español, con un acento que denota una descendencia mejicana por parte paterna. Es la parte que ya tiene clara en su particular indagación genealógica, pero sigue huérfano en lo correspondiente a su ascendencia materna. Además, más allá de simples nombres y apellidos, él quiere saber la vida que tenían sus antecesores en el municipio almodovareño.
Por eso, la semana pasada regresó nuevamente a esta ciudad, que en Navidad pisaba por vez primera para desandar unas huellas por las que desde pequeño se interesó. Lo encontramos en el Registro Civil que hoy en día alberga la noble Casa de la Marquesa, demudada hoy con acierto en Centro Cultural. Allí ha acudido junto a su particular guía, María José Sendarrubias, quien también le proporciona por segunda vez alojamiento en la casa rural que regenta, ‘El Nido de Alcudia’.
“Siendo de las Américas, nadie es de allí”, nos explica. El origen colonial en el que las potencias del viejo continente siempre jugaron un papel fundamental en el devenir norteamericano explica algo que hemos escuchado en otros momentos. En el caso de su padre reconoce satisfecho haber encontrado mucho, tiene “origen mejicoamericano, con raíces muy lejanas de origen española colonial, vascos, gallegos, mezcla…”. Pero desde su madre el recorrido hacia atrás queda truncado bien pronto.
Sabe que su abuela nació un 22 de febrero de 1941 y que se fue con seis años. También sabe que es hija de Pedro y de María y pare usted de contar. La enfermedad y la medicación tampoco han ayudado a que su bisabuela aportase algo más. Por eso, en el Registro Civil, entre antiguos libros que dejan constancia del trasiego vital de generaciones de vecinos y con la inestimable y amable colaboración de las dos personas que se encargan del servicio, anhela encontrar el dato que le permita seguir indagando.
Pero en este particular pajar no aparece la aguja buscada. Tras abrir a cotas temporales más amplias de aquella época, no hay constancia escrita alguna entre las decenas de páginas auscultadas sobre el nacimiento de la abuela o de alguna otra referencia que aluda a sus bisabuelos.
Con trece años Roberto empezó ya a preguntar en casa pero la búsqueda más seria esperaría hasta sus 18, siendo fructífera en el caso de padre pero baldía, aún, en el caso de su madre. Según cuenta, ella no tenía curiosa alguna al respecto. “Siempre que le preguntaba no sabía cómo… y tuve que buscar yo”, apunta. No obstante, a raíz del empeño, parece ser que también ya se empieza a desear en casa que este educado joven, que tiene seis hermanos, tenga éxito en sus pesquisas.
A decir verdad, hay un algo que puede indicar el oficio de sus antecesores manchegos. “Creo que ganado y vacas, porque cuando se mudaron allá se dedicaban a los quesos como en una granja en el valle de California”. La posibilidad de dar con alguien en vida que conociera a su abuela o a sus bisabuelos será del todo esclarecedor.
Yendo hacia atrás en las manuscritas páginas del tiempo que atesora el Registro Civil surgen unos apellidos que se corresponden con sus bisabuelos, sin embargo no hay coincidencia en cuanto a los nombres de pila. Un hililllo de esperanza del que tendrá que tirar más adelante porque el tiempo de esta segunda visita a Almodóvar se agotaba pronto y la madeja que se atisba entre la espesura de un pasado difuso, parece acariciar la pedanía de Fontanosas.
Esta puerta abierta a una posible recompensa final la justifica la propietaria de ‘El Nido de Alcudia’ señalando como “antiguamente los nombres se ponían o quitaban e incluso no coincidían”. Además, añade María José, “por las fechas es probable que si no era su bisabuela, fuera una hermana de ella y ése es un dato más y sobre todo lo que pone es que descendían de Fontanosas”.
Agotada por tanto las indagaciones en la calle Corredera, Roberto y María José se encaminarían luego hacia otro de los archivos donde intentarlo por añadidura, el que relaciona nombres y apellidos de bautizados, padres y padrinos desde 1573. Allí le recibe un veterano docente, amante de estas averiguaciones hasta el punto de ser él ahora quien se encarga del Archivo Parroquial, sito en la Casa Natal de San Juan de Ávila, el doctor de la Iglesia universal, institución de la que Roberto se reconoce fiel.
La búsqueda aquí acabará sin dar solución al enigma. “Normalmente la gente que viene suele tener un vínculo cercano con Almodóvar, es decir, sus padres o familia, gente que todavía vive, pero casos como el de Robert cuya abuela se fue con seis años, eso nunca había pasado”. Lo dice María José, una apasionada de la vasta historia y el valioso patrimonio que atesora esta población. “Me hace especial ilusión que alguien de tan lejísimos venga a buscar sus raíces aquí es algo que me gusta y por eso mismo no me importa echarle una mano a ver si encuentra algo al final”.
Por eso toma ahora mayor sentido intentarlo en esa aldea, protagonista de investigaciones de tristes acontecimientos de la época de posguerra. Tendrá que ser en otra ocasión y a buen seguro la cosa no será tampoco fácil porque administrativamente el enclave es compartido por los ayuntamientos de Almodóvar del Campo y Abenójar. Una cosa parece clara, el apellido “Del Olmo” era allí habitual, según diferentes obras que se refieren a determinadas épocas de aquel enclave.
Consciente de la dificultad que entraña encontrar algo después de tanto tiempo y tanta distancia, Roberto ya tenía en mete regresar por tercera vez para seguir buscando. Por lo pronto, en esa averiguación sobre sus propias raíces ha conocido algo del pasado de la localidad, sus antecedentes árabes o la presencia del castillo. “Sé que la historia de aquí es muy larga” dice y le llama la atención el contraste entre lo viejo del medievo por ejemplo y lo nuevo de sus Estados Unidos. “Eso es lo que a mi me alucina caminando por el pueblo y eso me gusta”.
Me encanta! Gracias!