El Taular Teatro ofreció un canto de libertad y esperanza con ‘Los días de la nieve’ en Argamasilla de Calatrava

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Pintada, no vacía:
pintada está mi casa
del color de las grandes
pasiones y desgracias.

Un momento durante la representaciónOretania. es · No podía clausurarse de mejor manera la agenda cultural de agosto, de la localidad rabanera, que con la celebración del V Festival de Teatro al Aire Libre ‘Epidauro’, y este festival, con tintes de convertirse en un clásico de los veranos rabaneros, no podía iniciarse de mejor modo que con la representación de la obra ‘Los días de la nieve’, de Alberto Conejero, un canto de esperanza y un grito de libertad, que no dejó indiferente al numeroso público asistente.

Es de destacar los contrastes ofrecidos por el grupo de actores de esta joven asociación cultural, que aún no ha cumplido diez años, y ya destaca por la calidad de sus actuaciones y variedad de montajes, desde ‘Volver’ de Pedro Almodóvar, hasta ‘Alfonso VIII y la judía de Toledo’ de Lion Feuchtwanger, pasando por los lorquianos ‘La Casa de Bernarda Alba’, ‘Yerma’ y ‘Bodas de sangre’, entre otros.

El contraste que ofrecía el lugar elegido para la representación, Plaza Navarra delante de la Iglesia Parroquial de la localidad y las confesiones de Josefina Manresa: “Qué cosas tiene la muerte, qué cosas. Cuántos perdones deja sin hacerse. Pero lo que pasó Miguel en las cárceles después de la guerra jamás lo voy a perdonar. Desde entonces he guardado mi fe lejos de la Iglesia”. El propio contraste que ofrece la obra basada en los recuerdos de la viuda de Miguel Hernández, la alegría y la tristeza que rodeó sus vidas desde que se conocieron hasta el día de la muerte del poeta, una vida con “más papel que sábanas”.

El contraste de los diferentes migueles y el de las josefinas manresas, actores que supieron realizar una excelente interpretación del texto- monólogo de la viuda del poeta, dedicada a proteger durante el resto de su vida el legado de Miguel Hernández, tras su muerte. Es un placer escuchar y degustar cada uno de sus diálogos y cada una de sus frases; con sus más conocidos poemas, algunos de ellos como los de ‘Aceituneros’, donde el público no pudo evitar corear los versos: Andaluces de Jaén, /aceituneros altivos, /decidme en el alma: ¿quién, /quién levantó los olivos? También fue un placer los fragmentos de canciones de la época.

La historia ambientada en un taller de costura, donde una costurera entre puntada y puntada, rememora su vida; una vida marcada por el amor, la poesía y el dolor de ser la viuda de Miguel Hernández, una mujer fuerte y valiente, marcada por el contraste de los colores de la muerte, su marido moría en la cárcel por culpa de los ‘azules’ y su padre era fusilado en la guerra por los ‘rojos’.

Josefina tuvo una trayectoria plagada de desgracias y sufrimientos, con las cartas de su gran amor -que las relee una y otra vez- y sus míticos poemas, que la ayudan a aligerar la pena del alma. Mujer hija de un guardia civil asesinado por los milicianos y viuda de un poeta de izquierdas, muerto en cárceles franquistas. “Dejar que la gente se muera”, dijo, “es una manera de matar”. Y para que no se muriera del todo protegió poemas y cartas, no solo por el hombre que había amado “sino por todas las mujeres de este país”.

Felicitaciones a los organizadores del evento y especialmente a El Taular Teatro, por su buen hacer. Y me quedo con unas frases del monologo de Josefina: “Yo sé que el tiempo no es un pájaro, que no es una canción. Que el tiempo no tiene voz. No tiene lengua el tiempo. Todo eso lo sé, pero a mí el tiempo me habla así”.

Esta noche, 31 de agosto, Epidauro pondrá en escena ‘La cena de los idiotas’, de Francis Veber, mismo sitio y misma hora.