Siempre quise pasar liviano en este caminar.
Que mis pasos fueran
ecos
lejanos en el viento,
que agita las hojas del olivo en flor.
He sonreído al veros desde la orilla
donde ahora me encuentro.
Os agradezco cada palabra, cada sonrisa
y cada lágrima.
Os agradezco las risas, los abrazos,
esos aplausos, esa tonada,
esos vinos, esas cañas.
Quise pasar liviano
y nunca imaginé sembrar tanto amor
en este caminar.
Gracias por todo, amigos, amigas,
míos, mías.
Volveremos a vernos al otro lado de la orilla,
donde ya siento el aroma fuerte y espeso del olivo florecido.
Recordadme recio,
ni vertical,
ni torcido, como el tronco del olivo.
Con cariño
Manuel Muñoz Moreno