
En mí combaten
el entusiasmo por el manzano en flor
y el horror por los discursos del pintor de brocha gorda.
Pero sólo esto último
me impulsa a escribir.
Julio Criado García
Fue el dramaturgo alemán Bertolt Brecht quien a uno de sus poemas le dio el nombre de “Malos tiempos para la lírica”, verso compuesto en un contexto diferente como fue el ascenso al poder de los nazis en Alemania, pero que salvando las distancias podemos aplicarla a esta segunda década del siglo XXI de nuestra España, donde ya estamos viendo como se pide censurar incluso a Lope de Vega, por “las insinuaciones sexuales” de la obra de teatro ‘La Villana de Getafe’; directamente, en Madrid, se borran los versos de Miguel Hernández a martillazo limpio y se suspende la representación de la obra Orlando, de Virginia Woolf o se censura la película ‘Lightyear’ por un beso entre dos mujeres, por citar algunas de las aberraciones que nos están tocando vivir.
Creo que nadie está por encima de nadie y que, si a alguien le molesta algo, sea una representación cultural, una canción o un beso entre dos personas del mismo sexo, pues simplemente que no la vea, no la escuche o que no mire, pero que deje tranquilos a los demás que posiblemente si les pueda gustar.
Atrás, muy atrás en el tiempo han quedado aquellas libertades que se descubrieron de golpe a finales de los 70 y principios de los 80, donde Cultura se escribía con mayúsculas para desplegar el ingenio de una sociedad aletargada tras largos años de hibernación, que no tuvo miedo de ser feliz, sin censuras, sin prohibiciones, ganándose poco a poco derechos, que cada uno hemos ejercido libremente según nuestra conciencia. Derechos Fundamentales que, a pesar de protegerlos incluso con la mismísima constitución, estamos dejando perder por inacción.
Y ahora, en pleno siglo XXI, vuelve el censor a instalarse en nuestra cultura. Una cultura que desde hace algunos años viene sufriendo recortes y el menosprecio de gobernantes que la han delegado a hermana pobre de Deportes en esos matrimonios institucionales en los que casi siempre van de la mano y en ocasiones con Educación.
Es comprensible que en localidades muy pequeñas la concejalía de Cultura, no la ostente nadie del mundo cultural, bastante es que haya alguien es estos tiempos que quiera ser concejal en esos pueblos, pero se comprende bastante menos que los responsables culturales en grandes localidades o ciudades, en diputaciones provinciales, en consejerías regionales o en los mismísimos ministerios no tengan relación con el mundo de la cultura.
Por lo que, de aquellos barros estos lodos, si hemos dejado de darle importancia a la Cultura a lo largo de tanto tiempo, es lógico que a mucha gente le parezca normal que en este siglo XXI se vuelva a poner de moda la censura cultural. Ya pasó a principios del siglo XX, allá por la década de los treinta. ¿Y ahora qué más estamos dispuestos a dejar que pase?
Querido lector, si ha llegado hasta aquí, gracias por su tiempo y como iniciaba mi artículo con versos de Bertolt Brecht, por no dejar el tema, lo termino con versos de Golpes Bajos de su canción “Malos tiempos para la lírica”.
El azul del mar inunda mis ojos,
el aroma de las flores me envuelve,
contra las rocas se estrellan mis enojos
y así toda esperanza devuelven.