‘Oretania de Cultura’ regala a sus lectores la edición digital del poemario ‘Nos debemos la paz’ de Luis Díaz-Cacho

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En estos días, el Grupo Oretania, está dando a conocer, a través de una demo completa en formato digital, su nueva publicación ‘Oretania de Cultura’. Revista que pretende ser una publicación abierta en la que tengan cabida todas y todos los que aman la cultura en general y los libros en particular. Para esta ocasión la revista regala a sus lectores la edición digital del libro de Luis Díaz-Cacho, “Nos debemos la paz”, editado por Ediciones C&G en el año 2014, que, además, de poder disfrutar de su lectura en las páginas de la revista, también lo podrán descargar en formato PDF a través del código QR que se encuentra en el interior de la publicación. La demo completa de la revista se puede descargar a través del código QR que aparece en la portada o solicitarla al email info@oretania.es.

Un libro que, a pesar del tiempo que lleva editado, está totalmente de actualidad, “Nos debemos la paz”, es un grito al encuentro, a la convivencia, al diálogo, al respeto de las diferencias, recordando a los países que viven en guerra, o que si bien viven democracias sufren el azote del terrorismo, un poemario que siente el desgarro de la injusticia que supone para el pueblo humilde la imposición de dictaduras. Todo un paisaje estremecedor en el que se pone a prueba la resistencia del propio poeta como ser humano.

Detrás de cada acontecimiento violento está la falta de capacidad para encontrar nuestra propia humanidad, tendemos a atacar el resultado y no el origen, que nos podría haber llevado a una solución simple del problema, pues muchos de ellos su origen es simple. La historia nos demuestra una vez y otra que al ser humano le gusta enquistar las situaciones hasta llevarlas a enfrentamientos fratricidas y nos pongamos como nos pongamos y queramos ser todo lo elitistas que queramos, todos tenemos un mismo origen común.  Somos miembros de una misma especie. Somos hermanos.

Todo ello es revestido por el poeta solanero por un ansioso deseo de entendimiento y cordura, para que nunca jamás las sociedades acaben enfrentadas hasta puntos tan terribles como para cobrarse vidas humanas. Para ello, los versos y reflexiones en prosa que el autor introduce en su proemio y en su epílogo, llaman a hacer uso de la palabra, como vía ineludible para alcanzar un entendimiento que a todos conviene.

Para contribuir a este clima por la paz, desde la propia portada y a lo largo del ejemplar se van intercalando varias ilustraciones obra de Rubén Cascado, diseñador natural de Puertollano que ha pretendido plasmar de una pincelada todo el sentimiento que destila buena parte de los versos de Día-Cacho, con una acertada visión en el manejo de estilos para conceptuar ante el lector el significado que se pretende.

Díaz-Cacho tiene un gran deseo de entendimiento y cordura, para ello, los versos y reflexiones en prosa que el autor introduce en su proemio y en su epílogo, llaman a hacer uso de la palabra, como vía ineludible para alcanzar un entendimiento que a todos conviene y para ello manda un nítido mensaje de paz  a los poderes públicos, los partidos políticos, la iglesia, los medios de comunicación, la sociedad civil organizada en ONGs y en asociaciones de todo tipo, y cada uno y una de los ciudadanos y ciudadanas a nivel particular, “debemos ser capaces de poner cordura a la sinrazón en nuestros respectivos ámbitos de convivencia y de relaciones sociales”.

A lo largo de estos años, Luis personalmente se ha encargado de difundir ese mensaje y ha entregado su libro a grandes defensores de la democracia y de la paz. Entre ellos Eduardo Madina o Patxi López.

Y como muestra un botón, a continuación, le ofrecemos el epílogo del libro escrito por el poeta solanero Luis Díaz-Cacho Campillo, y podrán ver lo terrible de su actualidad:

De un tiempo a esta parte la sociedad española anda algo soliviantada, demasiado crispada, falta de un espíritu de convivencia que necesitamos cada día con la urgencia de evitar, que la herida histórica continúe supurando sin cicatrizar.

Los poderes públicos, los partidos políticos, la iglesia, los medios de comunicación, la social civil organizada en ONGs y en asociaciones de todo tipo, y cada uno y una de los ciudadanos y ciudadanas a nivel particular, debemos ser capaces de poner cordura a la sinrazón en nuestros respectivos ámbitos de convivencia y de relaciones sociales.

¡Basta ya de crispación, de quebrar la convivencia, de desagregar en vez de unir, de dispersar en vez de juntar, de soliviantar y de incitar cada mañana! Nos debemos todos y todas el tiempo en común que nos ha tocado vivir. La sociedad y, sobre todo, la sociedad adulta, se debe y nos debemos el respeto mutuo; el respeto a la diferencia de ideas; el respeto a la diferencia de pensamiento político; el respeto a las distintas opciones religiosas; el respeto a cada manera de ser y de pensar en un entorno de relaciones sociales.

Y basta ya de judicializar la vida política a cada instante; de denigrar las instituciones y a sus representantes gratuitamente; de no respetar la voluntad de las urnas con total impunidad; de enfrentar a cada paso la política en la calle; de oponer los unos a los otros.

Necesitamos urgentemente un pacto para la convivencia. No podemos continuar ni un segundo más transmitiendo a nuestros hijos e hijas, a nuestros jóvenes, un ambiente de crispación y de quiebra social que vuelve a ser, cada día que pasa, más difícil de recuperar.

Necesitamos un espacio para que las relaciones sociales fluyan cordialmente desde el respeto a los distintos pensamientos y a las ideas diferentes; donde quepa la crítica constructiva y la opinión no alineada; donde dejemos de enfrentarnos con tanta frecuencia los unos con los otros y las calles recuperen el espacio para al tránsito y para la vida.

Nunca antes en nuestra historia habíamos disfrutado de un marco temporal tan extenso, tan fructífero y tan hermoso en libertad y en democracia. De nosotros, de la sociedad toda, depende de que seamos capaces de reconducir la situación actual y de que hagamos de este tiempo y del tiempo futuro, y para siempre, un espacio para el encuentro y para la convivencia.

Luis Díaz-Cacho Campillo