Juan Camacho: “Escribo por la necesidad que tengo de encontrarme a mí mismo”

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Juan Camacho, vasco de Valdepeñas, nació hace algunos años en la “Muy leal y Heroica” ciudad de Valdepeñas, aunque a los dos años de edad emigró junto a su familia a Basauri (Vizcaya). Desde muy joven sintió la magia de la palabra y comprometido con ella continúa su labor poética, de manera muy activa, tejiendo puentes literarios entre el norte y el sur

Fundó, con otros compañeros y compañeras, la Agrupación Literaria “El Candil” en Basauri y actualmente pertenece a la Asociación de Escritores de Castilla la Mancha. Ha publicado tres libros de poesía y una obra de teatro. Es articulista de opinión en medios escritos de comunicación del País Vasco, de Cantabria, de Castilla León y de Castilla La Mancha.

En nuestra entrevista, Camacho, desnuda el alma y la expone a nuestras miradas —como él quiere “desnudar la mentira y dejarla en cueros frente a la verdad”—, así nos trae retazos de los recuerdos de su niñez. Amando siempre la libertad. Confiesa que escribe “por la necesidad que tengo de encontrarme a mí mismo”.

Adelante, comprueben por ustedes mismo como es Juan Camacho y no se dejen intimidar por su aspecto, en ocasiones, de “vasco con cara de mala hostia”, grande de cuerpo, de alma y más grande de corazón. Disfruten de sus palabras, merece la pena.

Si le parece, comenzamos la conversación por su infancia. Háblenos de esa etapa.

Recuerdo el sosiego, el abrazo de mi madre, el griterío constante de los compañeros de escuela, el trinar de los pajarillos y el color negro de los grillos recorriendo la piel tersa de mi mano. Disfruté de una infancia surrealista, si la miro desde la ventana a la que me asomo hoy, y en el letargo del tiempo recuerdo las calles empedradas de mi Valdepeñas querida jugando al escondite con mis primas y gozando como nadie cuando los rebaños de ovejas llenaban la calle Norte de cagarrutas esféricas.  Una de las tres etapas de mi vida en la que casi todo me era dado por esos padres hechos a mi medida. La edad que forja parte de un carácter definitivo.

¿Qué persigue ahora?

Desnudar la mentira y dejarla en cueros frente a la verdad. Descubrir en mi persona lo innato para conocerme mejor y saber a ciencia cierta hasta dónde soy capaz de llegar y por qué. Persigo la fidelidad de los demás para aprehender la magia que les hace soñar y ser felices. Persigo también la honestidad como herramienta universal de entendimiento y la humildad frente a mi espejo.

¿Qué ama más?

La libertad. La cadencia musical de unas notas de guitarra acompañando un verso. Una promesa cumplida. La sinceridad de una mirada perdida frente a mis ojos. El beso incontrolado de mi nieto de cinco meses. El vuelo de un ave planeando bajo el éter. La paz cuando deje de ser una utopía. Amo la palabra y el vocabulario.

¿Cómo le cogió el gusto a la poesía? ¿Por qué escribe?

Evidentemente que, leyendo, pero antes de las lecturas fui influenciado por mi profesor de literatura a una edad muy temprana. Diría que en él habitaban varios de los poetas a los que más tarde pondría en mi propia estantería. Tengo recuerdos muy hermosos de sus lecturas en clase y de su esfuerzo permanente por que demostráramos interés por esos versos que hablaban al mundo utilizando palabras nacidas para deleitar y redimir. Él fue el responsable directo de que le “cogiera gusto a la poesía”. Escribo por la necesidad que tengo de encontrarme a mí mismo desde la orfandad de la palabra y así poder darme a los demás desde la esencia pura y llana del pensamiento y la reflexión.

¿En qué cosas está más cerca y en qué cosas está más lejos del poeta que era de joven?

Juventud y madurez, dos etapas a recorrer para alcanzar nuestro común destino. Considero estar más cerca de todo cuanto me propuse a esa edad en la que tan solo era un disparador de palabras. La vida te hace ser exigente contigo mismo y vas apartando, con los años, las palabras con las que tropezaste en el camino.  Somos las palabras que a los demás hablan de nosotros mismos.

¿Qué dimensión le da la poesía al ser humano?

Efectivamente, le da. No le quita. A pesar de la “inmensa minoría” la poesía contiene la esencia de una pureza tan primigenia como la edad del hombre y en él se halla como un bien universal y reconocido y es portadora, por tanto, de esa vitalidad que a la vez que nos une, engrandece nuestro espíritu. 

Usted va a participar en el próximo encuentro de poetas cuyo lema es Palabras a la muerte. Antes de este encuentro, ¿se colaba la muerte en sus poemas?

La muerte es la hermana pobre de la vida y en ella nos recreamos de por vida hasta que llegamos a presentarnos ante ella. Se cuela —como bien dice usted— por las rendijas de la vida para hacerse notar, pero nada consigue con ello y pacientemente nos espera en esa otra esfera de la que tanto gusta hablar desde esta orilla. Siempre ha gozado de una estancia acogedora entre mis versos porque creo que si hablo de ella mientras vivo, será ella quien hable de mí cuando yo muera.

¿Se siente más cerca de la muerte o de la infancia?

Nacieron juntas compartiendo mi estancia de hombre por lo tanto me son afines. Hay grises y azules en este recorrido… A veces, el descanso físico que nos tomamos nos es insuficiente y las imágenes que se desprenden del cerebro no son digamos que halagüeñas y otras veces, estamos llenos de vitalidad, a pesar de la edad, y somos testigos de otro tipo de imágenes más positivas. La cercanía, en este caso, escapa a una medida imaginaria.

¿Qué es para usted la vida?

La oportunidad que nos da nuestra madre para experimentar lo vivido por ella misma, pero, probablemente, en mejores condiciones. Por supuesto que “vida “es también todo aquello que conocemos: amor, lucha, trabajo, poder, egoísmo y muerte.

¿Qué es para usted la muerte?

El inmediato repaso de toda tu vida en un periodo instantáneo. La partida hacia esa esfera donde son contestadas todas nuestras preguntas y el bálsamo final con el que descansan nuestras edades.

¿Qué le duele más de la muerte?

El olvido.

Nota: El tema de este XIV Encuentro Oretania de Poetas de la provincia de Ciudad Real, es “Palabras a la muerte”. Se celebrará el 29 de octubre a las 19,30 horas, en el Centro de la Juventud de San Carlos del Valle. Coordinado por el poeta solanero Luis Díaz-Cacho, esta edición cuenta con el prólogo de la poeta, Elisabeth Porrero Vozmediano y las composiciones poéticas de Alfredo Jesús Sánchez Rodríguez, Antonia Cortés, Antonia Piqueras, Diana Rodrigo, Eloísa Pardo Castro, Eusebio Loro, Francisco Jesús López, Isabel Villalta Villalta, Juan Camacho, Juan José Guardia Polaino, Luis Alberto Lara Contreras, Luis Díaz-Cacho Campillo, Luis Romero de Ávila Prieto, Natividad Cepeda Serrano, Pilar Serrano de Menchén, Santiago Romero de Ávila y Teresa Sánchez Laguna. La colaboración de los “poetas del barro”, familia Leal Arias, (Centro Alfarero La Estación y Alfar Arias) y las ilustraciones de Rosa Leal Arias. El apartado musical está a cargo de la Agrupación Musical Santa Elena.

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