José González Ortiz
El parque arqueológico del cerro de Alarcos es un enclave importante en la provincia de Ciudad Real por su trascendencia histórica. Yacimiento que ha dado cumplida información de su pasado. Así la cruenta batalla en 1195 y quizás lo más importante, la ocupación ibérica anterior que propició su denominación originariamente de Lakurris (Balsa de las becerras), cuyo fonema prerromano derivó posteriormente en Alarcos. Pero todavía el tema no se ha agotado, queda muchas excavaciones que hacer en el oppidum de Lakurris para que nos descubran los secretos que subyacen bajo las dos ciudades superpuestas.
Se sigue lentamente descubriendo el pasado y, sobre todo, últimamente se viene haciendo excavaciones en la maqbara (necrópolis islámica) y también en el campo de urnas de incineración del poblamiento ibérico. Aspecto este menos conocido del yacimiento. Campo de urnas que, junto a los restos humanos de la Batalla de Alarcos y la maqbara (cementerio musulmán) del “retén” que quedó en el castillo inconcluso hasta el año 1212, son los restos humanos que nos van situando las distintas sociedades que habitaron el cerro de Alarcos ubicado a orillas del rio Guadiana. En el campo de urnas se está descubriendo las incineraciones propias de la 2ª Edad del Hierro dentro de la protohistoria y que coincide con la cultura ibérica. Espacio próximo al poblado y del que apenas se sabía nada. Sucesivas excavaciones vienen descubriendo las urnas con los residuos de las cremaciones de los pobladores ibéricos que ocuparon el cerro. Y hasta ahora, son tres las áreas definidas de enterramientos en Alarcos: Fosas en las zonas de muralla con restos de cadáveres de la batalla en la que Alfonso VIII perdió ante los musulmanes Abu Yaqub Yusuf al-Mansur (canciller del califa de Córdoba Hisham II), la maqbara con las “macabrillas” (tumbas) orientadas hacia la Meca y, el campo de urnas ibéricas de incineración que en la actualidad se sigue excavando como mostramos en la foto realizada el pasado martes.